Boosey & Hawkes (Hendon Music)
Desde la primera vez que descubrí el trabajo fotográfico de Graciela Iturbide me quedó claro que la esencia de su creatividad estaba conectada directamente con sus raíces y una peculiar forma de absorber su entorno social y cultural. Particularmente me impactó una de sus fotografías titulada “Mujer Ángel”. Se trata de una imagen profundamente enigmática y poética de una mujer Seri que camina dando la espalda a la cámara en el inmenso desierto de Sonora con una radio grabadora de los años setenta en la mano. Graciela cuenta que la foto la tomó mientras realizaba un estudio sobre el pueblo Seri para el archivo etnográfico del Instituto Nacional Indigenista. El momento particular en el que ella captura esta icónica imagen no lo recuerda, fue un instante que el desierto le regalo y que solo al revelar sus negativos surgió la silueta de una mujer que “volaba” en el desierto y que tituló “Mujer Ángel”.
Los Seris son un pueblo indígena que habita en el estado mexicano de Sonora. Ellos se dicen ser hombres y mujeres de arena que viven en el viento. La foto de Graciela representa la transición de esos pobladores entre su forma tradicional de vida y la modernidad. Lo ancestral está representado por el andar de esta mujer, por su forma de vestir. Lo moderno en cambio está representado por la radio grabadora, todo lo cual nos muestra la singular forma de adaptación y supervivencia de los Seris en el México de hoy.
Soledad y misterio se anuncian en una figura que parece ser de otro mundo. ¿Hacia dónde se dirige esta especie de “mujer pájaro” dentro de ese infinito horizonte de arena y montañas? ¿Qué estaría pensando? ¿Qué podría estar sonando en esa radio grabadora?
“Mujer Ángel” es mi respuesta sonora a las sensaciones y emociones implícitas en esta fotografía. En el primer movimiento titulado “Los que viven en el viento”, los armónicos producidos por las cuerdas se convierten en arenas sonoras que vuelan a través del viento representando la fragilidad del ser humano ante la imponente naturaleza. En el segundo movimiento “Mujer Arena” traté de crear la intimidad y fuerza de las mujeres Seris a través de un canto íntimo inspirado en una melodía original de esa población que se canta para dar la bienvenida a la gente que viene de afuera. Por último, en el tercer movimiento “La velocidad de la óptica”, mi idea fue la de desarrollar un material musical que hiciese consciente al oyente del uso de la cámara fotográfica y de quien la opera. Para ello ese material se vuelve veloz y más ágil, representando ese extraño momento en el que a partir de la sensibilidad e intuición de un creador, surge la magia de hacer arte.
La pieza está dedicada al Cuarteto de cuerdas Attacca.
Gabriela Ortiz